Capítulo 144

La cuenta regresiva.

La madrugada se había vuelto un animal que no dormía. Dentro del refugio parecía que todos respiraban a medias, afuera, en la ciudad, el tráfico parecía marchito, las luces parpadeantes de los postes que no descansaban, el murmullo lejano de las patrullas que no dejaban de deambular por las calles. Pero dentro del refugio, todo era otra cosa: cada voz, cada respiración, cada paso era una decisión que podía precipitar el abismo.

Silvio había dejado de parpadear ante las pantallas. Los gráficos, antes neutros, ahora mostraban pequeños círculos que recorrían rutas calculadas: drones a baja altura, motorizados en patrulla que circulaban por la avenida contigua, dos furgones blindados aparcados a media cuadra como si esperaran orden. Sus dedos se movían con precisión sobre el teclado; la luz azul de la consola iluminaba el cansancio acumulado en sus pómulos.

—Las cámaras satelitales están captando serios problemas —dijo sin despegar la vista de su pantalla