CAPÍTULO 129. La red invisible.
Capítulo 129
La red invisible.
El mensaje flotaba en la pantalla como una sentencia: Proyecto A–325: incubadora. La frase, impresa en el centro del monitor, tenía el poder de transformar teorías en certezas.
En el penthouse, la habitación de servidores respiraba con un zumbido constante; las luces LED parpadeaban como si respondieran a una tensión colectiva. Silvio estaba de pie frente a las pantallas, los ojos refugiados detrás de unas gafas finas, las manos moviéndose con la seguridad de quien conoce el terreno de los datos.
—No es solo un número —dijo, señalando con el dedo la secuencia en la pantalla—. A–325 funciona como índice: acceso privilegiado, nodos cifrados. Podría ser una llave dentro de la base de datos del proyecto de Carlos Herrera. Si alguien la activó, significa que tenían conocimiento técnico o una puerta interna.
La sala quedó en silencio. Teresa, sentada en el borde del sofá, apretó los puños con la sensación de que la paciencia se había vuelto un lujo que ya no p