CAPÍTULO 128. La cacería de Elena.

Capítulo 128

La cacería de Elena.

Teresa despertó en la oscuridad, con la garganta seca y el cuerpo pesado, como si de golpe la noche hubiera decidido aplastarla. La habitación estaba en penumbra; el reloj marcaba pasadas las tres.

Elena, que había estado dormida junto a ella unos minutos antes tras la tensa conversación, ya no estaba. Al principio pensó que se trataba de un sueño mal pegado: a veces la fatiga borraba los bordes de la realidad. Se incorporó en la cama con un movimiento torpe y miró la puerta entreabierta. El frío del pasillo le subió por la espalda.

—Elena —susurró, llamando a la oscuridad como si con el mero gesto pudiera traerla de vuelta.

Nada. Nadie respondió.

Caminó despacio hacia la habitación contigua con la respiración acelerada. La cama estaba hecha con descuido, la manta arremolinada como si alguien se hubiera levantado sin doblar las sábanas.

El móvil de Elena no estaba en la mesa de noche. El candado de la bolsa que habían revisado antes aparecía abierto
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