CAPÍTULO 126. El espejo roto.
Capítulo 126
El espejo roto.
Valeria miró la pantalla de su ordenador como quien contempla una bestia domesticada. La ventana de videollamada ocupaba casi todo el frente de la caja segura; la luz la aplastaba contra la cámara y en el otro extremo, en un rectángulo frío, apareció la cara de Carlos Herrera: impecable, serena, como un juez que acaba de dictar sentencia.
—Buenos días, Valeria —dijo él, sin rodeos—. ¿Te sientes segura?
Ella tragó saliva. Tenía la piel erizada.
—Creo que sí —respondió—. Gracias por el ofrecimiento.
Carlos apoyó la barbilla en la mano y sonrió con esa calma que devora.
—Veo que eres prudente. Bien. Voy al grano: puedo darte protección, identidad nueva, dinero y lo que desees. Puedo reponer lo que perdiste. Pero todo tiene precio. Tú me devuelves lo que has copiado y nos cuentas quiénes lo poseen. Nada expuesto, nada al aire. Tú recibes seguridad, yo recibo control. Negocio justo, ¿no te parece?
Valeria sintió la sangre subirle a la cabeza. Las cifras que fl