Capítulo 125

El eco de las detonaciones.

Julián dejó la carpeta sobre la mesa y empezó de inmediato a enumerar los daños que conocían: pérdida parcial de la carga, varios heridos, pruebas calcinadas. La fiscal Duran no escuchó los obvios peros; su rostro conservaba el temblor inaudito de quien ha estado al borde de la muerte y aún así se niega a desaparecer.

—Casi no la sacamos con vida —dijo Teresa, sin elevar la voz—. Fue un milagro que el equipo forense la encontrara con respiración. Si la onda la hubiese alcanzado de frente...

La fiscal se llevó la mano derecha al torso, donde un vendaje marcaba el costado quemado. Tenía rasguños en la mejilla y una quemadura superficial en la muñeca. Nada la detenía.

—No me detiene una quemadura —respondió Duran con voz sobria—. ¿Creen que la explosión cambiará la investigación? ¿Que voy a esconderme por un golpe de humo y fuego? ¡Vamos! Esto no es un pase de privilegios. Esto es guerra, y yo estoy en la primera línea.

Elena, sentada en una silla