—No lo sé... ¡pero fue Adrian quien envió esas fotos! —exclamó Lyra con voz temblorosa, sin apartar la mirada de la pantalla del móvil.
Al escuchar el nombre de Adrian, Raffael abrió de inmediato el sitio interno de la empresa Sun Group. Sabía que, si había un escándalo, se propagaría rápidamente allí.
Y no se equivocaba.
—¡Mira esto! —dijo Raffael, señalando la pantalla del portátil. Las fotos que Lyra había recibido ya estaban publicadas en la sección de noticias internas de la empresa.
Lyra se quedó paralizada. Sus ojos se agrandaron al ver una imagen suya que parecía mostrarla besando a Dante. Pero en realidad, había sido solo un beso fugaz en la mejilla—un gesto forzado cuando Dante tuvo que reemplazar a Raffael en una reunión importante. Sin embargo, el ángulo de la foto era tan malicioso que parecía una escena íntima irrefutable.
—¡Esto tiene que ser obra de alguien dentro! Alguien en la oficina lo difundió a propósito. Nuestra misión se complica —murmuró Raffael, entrecerrando