Ilayen sentía el corazón latir en su pecho. Los nervios, la ansiedad del momento incluso le era complicado contener sus feromonas. Sus ojos brillaban mientras apretaba la empuñadura de la espada. Tanto tiempo para esto. Tan difícil que había sido que su padre hubiera bajado la guardia. Hasta el último segundo había luchado contra los efectos del medicamento, mas no ahora.
Era el momento que tanto se había esperado.
Alzó la espalda justo encima del pecho de Byron, justo encima de su corazón. Una vez que la hora traspasara el órgano el cargo de alfa pasaría a él y tocaría reorganizar toda la manada, pero sería satisfactorio, sobre todo porque tendría a su mate de vuelta.
Tomó una profunda respiración y dejó caer la espada. La sangre pronto salpicó manchando la tela y corriendo por todos lados. Y el grito de impresión de Kate inundó la habitación, que retrocedió con el cuerpo tembloroso y cubriéndose la boca con las manos. Sus ojos desorbitados, porque se suponía que la sangre que correr