Mundo ficciónIniciar sesiónParís, madrugada.
La ciudad dormía bajo una neblina que olía a carbón y secretos.
Dos luces permanecían encendidas en extremos opuestos del Sena: una en un ático del Faubourg Saint-Germain; la otra, en una cripta abandonada cerca de Saint-Roch. Ninguna de las dos sabía de la otra. Y, sin embargo, ambas ardían con la misma obstinación.Eleanor se inclinó sobre la mesa, extendiendo los planos de la ciudad que Léonie había conseguido.
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