Tariq escuchó el murmullo de un agente cerca de ellos, era una voz demasiado próxima, y el ruido de la realidad era una amenaza para este momento frágil, así que de un tirón, la tomó de la mano y la arrastró detrás de una torre de bidones de aceite vacíos y de cajas de madera, cerca de una entrada de ventilación donde la oscuridad era casi total y el aire vibraba con el zumbido de un generador.
Era un lugar sucio, con olor a diésel y óxido, pero lo hizo suyo, un refugio diminuto y robado en medio de la vorágine. Él la acorraló suavemente contra la pared de metal frío, usando su cuerpo como un escudo contra el almacén expuesto. Necesitaba que ese momento fuera solo de ellos, que la intensidad que sentía no fuera observada.
Eleanor tomó el control, su mano, que aún sentía el pulso dorado del medallón, subió al cuello de Tariq, y sus dedos se hundieron en su cabello mojado por el sudor.
— Lucharemos juntos — dijo ella, y esa fue su promesa, su voto.
En ese instante, todo lo que no se hab