Medio año después, seguía viajando, pero ahora con alguien a mi lado.
En el interín, regresé una vez a mi país para finalizar mi divorcio de Claude.
No supe qué lo hizo entrar en razón, pero tras aquella llamada, accedió a divorciarse.
Sin embargo, modificó el acuerdo y me transfirió la mayor parte de sus bienes.
Pensé que el dinero era bienvenido, y firmé el documento con determinación.
Cuando vi a Claude, estaba demacrado, casi esquelético.
Parecía haberlo pasado muy mal, pero eso ya no me concernía.
En el momento en que vio a Teodoro a mi lado, su rostro palideció por completo.
Supo entonces que ya había alguien nuevo a mi lado.
Que su oportunidad había muerto.
Intentó suplicarme que no firmara, pero Teodoro se interpuso, impidiendo que se me acercara.
Aproveché ese viaje para visitar también a mi hermano.
Ya sabía que, tras empujar a Mabel y causar su muerte y la del bebé, lo habían condenado por homicidio intencional.
Al verme, se abalanzó contra el vidrio de la separ