Valentina cerró la puerta del penthouse apenas Dante desapareció por el pasillo. Ella seguía con el corazón a mil, jamás en su vida pensó que él vendría y conocería a Matteo. Suspiró esta vez un poco más silencioso, intentaba con todas sus fuerzas calmar a su pobre corazón.
— Dios mío... ¿De dónde sacó la información de mi residencia?... Está loco... —murmuro para si misma mientras se apoyaba contra la puerta del penthouse.
Matteo se quedó quieto unos segundos. Observándola, con esa misma expresión seria que había usado con Dante previamente. Cuando los ojos de Valentina se encontraron con los de Matteo, este los relajo.
— Mamá… ¿Por qué ese hombre vino?... ¿Él te está molestando?... —preguntó Matteo, sin rodeos.
Valentina se quedó viéndolo unos segundos, se le olvidaba que Matteo es un niño que a su corta edad, la conoce mejor que nadie, mucho mejor que Dante. Ella solo sonrió mientras se acercaba para acomodar suavemente con sus manos el cabello de su hijo.
— No, corazón…