Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche había caído con una suavidad casi imperceptible sobre Manhattan, pero desde el penthouse de Damien, la ciudad parecía un océano de luces titilantes, un mar interminable que reflejaba su propia grandeza y fragilidad al mismo tiempo. Sophie estaba sola, envuelta en una bata de seda que rozaba suavemente su piel, ligera como el aire, pero suficientemente cercana para recordarle su vulnerabilidad. Apoyó las manos sobre el cristal frío del ventanal, sintiendo el contraste entre el calor que emanaba de su cuerpo y la brisa helada que subía desde las alturas.
La ciudad brillaba bajo sus pies, pero cada destello era un recordatorio de que todo aquello que la rodeaba, todo ese lujo y opulencia que Damien había traído a su vida, era frágil. Demasiado perfecto, demasiado brillante como para no temer que pudiera romperse en cualquier instante. Y, sin embargo, no podía apartar los ojos de las luces: cada







