Mundo ficciónIniciar sesiónDamien levantó la cabeza, su respiración agitada, sus ojos oscurecidos por el deseo. La mirada que le lanzó fue tan cruda, tan posesiva, que Sophie sintió que su cuerpo entero se derretía bajo su dominio.
Estaba a punto de romper todas las barreras. Podía sentirlo. El roce de su miembro contra su vientre lo delataba, la urgencia en su boca, la fuerza de su agarre. Sophie se aferró a su camisa, casi suplicando que la tomara allí mismo, contra el cristal.
Y entonces, el sonido. No era el zumbido discreto de su teléfono personal. Era el tono estridente y persistente de su línea de negocios. El teléfono fijo, de titanio, que descansaba en su escritorio.
El cuerpo de Damien se tensó de inmediato. La invadió una frialdad repentina. Maldijo, una palabra baja y llena de veneno.
—No —susurró Sophie, aferrándose a sus hombros, intentando mantenerlo allí, en su burbuja—. No ahora.
Pero él ya







