Liliana colgó el celular con una enorme sonrisa y se giró hacia Maryo acostado en el sofá de la sala. Este alzó una ceja oscura al notar el cambio del semblante de su pareja.
-¿Por qué estás tan feliz? Hasta hacía un momento me estabas gritando como loca- dijo él sin ningún remordimiento como si no hubiera perdido una suma importante de dinero.
-¿Quién crees que está embarazada al fin?- Liliana corrió y se sentó al lado de él. Su rostro parecía brillar.
-Pues la única que puede estarlo, Alicia, quien más.
Liliana chasqueó la lengua al hombre de cabello corto y oscuro.
-Pues si Alicia, y su querido maridito de ahora quiere darnos dinero, a cambio que la dejemos junto a el embarazo y hasta el primer año de su hijo. Increíble, ya sabía yo que mi hija le iba a gustar. Un pene caliente como él no se puede resistir a una chica virgen.
Maryo se sentó en el sofá con el ceño fruncido.
-Eso no huele tan bien- como policía su instinto le decía que algo no cuadraba.
-¿Qué carajos estás hablando?