La portada de la revista reposaba abierta sobre la mesa del comedor. Las letras doradas brillaban bajo la luz matinal como si el sol mismo las acariciara:
“Amor frente al mar: Nelly y Adrián sellan su historia en una boda secreta que conmueve al país”.
Karina tenía los ojos clavados en la imagen central. Nelly, envuelta en un vestido blanco vaporoso, descalza sobre la arena perlada, sonreía con una serenidad casi celestial mientras Adrián le sostenía la mano. Damián, entre ambos, levantaba una flor marina hacia el cielo, como si bendijera el momento. El cielo de fondo era de un azul casi irreal, salpicado por una gaviota que parecía congelada en vuelo.
Un nudo invisible le apretaba el estómago. Algo entre la rabia, la impotencia y la nostalgia de lo que jamás fue suyo. El tenedor se le resbaló entre los dedos, cayendo al plato con un sonido seco y metálico que rompió el silencio opresivo del comedor.
—¿Hasta cuándo, Karina? —La voz grave de su padre resonó como una sentencia desde la