Ana Lombardi es una joven aclamada diseñadora de modas en la gran ciudad New York con tan solo veintiséis años. Los medios la tienen en un concepto de perfeccionista, obsesiva del control, famosa a tan corta edad y una impresionante figura influyente. Tiene una gran fila de hombres que buscan ganarse su corazón y disfrutar de una vida de lujos y pasarelas. Pero lo que nadie sabe, es que Ana tiene secretos, un pasado que ha regresado amenazando con arrebatar lo más preciado de su vida. Hudson Bennett es un empresario que se cruza en la vida de Ana, poco a poco descubre lo que más atesora ella con fiereza, descubriendo que el mundo puede ser demasiado pequeño cuando menos lo piensas… Una noche de máscaras. Un hombre misterioso. Una marca de nacimiento y un secreto cambiará sus vidas…
Leer más«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía». Vladímir Nobocov.
Cuenca, Ecuador.
—¡Qué hermosa te ves! —exclamó Elsa, la madre de Lola.
María Dolores, enfundada en un sencillo vestido de novia, apretó sus labios en una fina línea, se sentía muy presionada por esa boda. Aunque era cierto, el atuendo no le quedaba mal, su mirada no brillaba, no estaba segura de dar el siguiente paso, pensó por unos instantes en convertirse en una novia fugitiva.
—Mamá, tengo miedo —confesó la joven con un tono de voz tembloroso.
—No temas, Ricky es un buen hombre, estoy convencida de que serán muy felices—. La consolaba Elsa, con un tono de culpa.
—Pero... pero… Yo no lo amo —respondió María Dolores con mucha inquietud—. Se observó una vez más ante el cristal. Se encogió de hombros, opuso y continuó.
—Mamá, tú eres lo más importante que tengo, soy consciente que tenemos muchas deudas, y que nos pueden quitar la casa, pero este matrimonio arreglado, no me convence. La joven cruzó los brazos hacia su madre.
—Lolita, el amor nace con la convivencia. —Elsa le dedicó una seria mirada, y empezó a persuadirla—. Cuando yo me casé con tu padre, casi era un desconocido para mí; sin embargo, era un buen hombre, muy trabajador, y excelente proveedor del hogar, jamás nos faltó nada —declaró—, fuiste testigo de lo mucho que nos amábamos, y lo felices que fuimos tantos años, nos enamoramos al convivir —explicó—. Debes ser una buena esposa, siempre complacer a tu marido, él es el jefe de la casa, y merece respeto, atiéndelo muy bien, tanto en la cama, como en las cosas del hogar —recomendó.
María Dolores frunció el ceño, y liberó un largo suspiro.
—¿Mi papá te hizo sentir el revoloteo de las mariposas en el estómago? —indagó. —¿Cuándo lo veías, tu mirada se iluminaba, y tu corazón amenazaba con salirse del pecho?
Elsa bufó, y negó con la cabeza.
—No puedo creer que, a estas alturas, sigas soñando con esas estupideces —recriminó—. Ya tienes treinta y cuatro años, madura —sugirió—. La madre la observó de vuelta en el espejo, Lola tenía caderas anchas, muslos gruesos, algo de grasa abdominal. Su rostro ovalado había perdido su forma, producto del aumento de peso, de los años. Elsa, pensaba que, con esa condición tan ordinaria que se veía su hija, tenía mucha suerte al casarse con un hombre de buena posición. ¿Qué más podía pedir? —. Vas a ver que en un mes estás muy enamorada de Ricardo —sentenció.
La ceremonia se efectuó con normalidad. Horas más tarde esa unión fue consumada. Al día siguiente tomaron el vuelo a New York. Lola conoció a la pequeña Emma. De inmediato entre ambas hubo una conexión especial; sin embargo, al mes de casada, aún no sentía el revoloteo de las mariposas, ni todo eso que ella percibía en sueños. Aunque ya había experimentado su primer orgasmo, eso fue solo sexo, a pesar de todo, seguía al pie de la letra las recomendaciones de su madre: complacer al marido, pero no era eso lo que Lola siempre anheló, así que no tuvo otra alternativa que resignarse a vivir sin conocer el verdadero amor. Desde entonces se dedicaba por completo al cuidado de su hijastra: la pequeña Emma. Su único interés en ese matrimonio, ya no tenía nada que ver con su marido, sino con el deseo de que la niña creciera feliz.
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New York, Estados Unidos.
En uno de los imponentes edificios de Manhattan, el grito lleno de horror de una mujer retumbó en los muros.
—¡No lo hagas Alex! —exclamó horrorizada Jacqueline.
Alejandro Vidal apretaba con furia el cuello de su mejor amigo: Vladímir. El rostro apacible y sereno del joven se había transformado en el de una bestia. Algunas gotas de sudor bajaban por la frente, bañando su blanca pie. Su azulada mirada estaba turbia, varios rizos de su rubio cabello se agitaban sobre su frente. Con las pupilas dilatadas observaba como el rostro de aquel infeliz se tornaba púrpura. Estaba a punto de acabar con la vida de ese ingrato, pero un leve resquicio de su conciencia, le hizo recordar que no era un asesino, y que no valía la pena pasar sus días en prisión a causa de esa traición, enseguida Alex soltó a su rival.
Vladímir tosió intentando recuperar su respiración. Jacqueline corrió hacía él a prestarle ayuda.
Alex mantenía sus manos en la cabeza, apenas dándose cuenta de lo que estuvo a punto de hacer.
—¡Lárguense! —bramó, observándolos a ambos con la mirada llena de ira, y decepción.
—Por supuesto que nos vamos —dijo la rubia de ojos azules y cuerpo escultural—. Me tenías cansada con tu aburrida manera de ser: El señor perfecto, atento, caballero —bufó aún envuelta en las sábanas—. A las mujeres nos encanta el sexo duro, nos fascina que nos sometan —recalcó—, y contigo no tengo nada de eso, en cambio, Vladímir me da lo que me gusta.
Alex apretó sus dientes, su mandíbula se tensó, negó con la cabeza.
—Eres la mujer más falsa que he conocido, tiraste a la basura, cuatro años de romance, estábamos a días de casarnos, y preferiste revolcarte con otro —masculló señalando con su mano a su ex mejor amigo, quién permanecía en el suelo agarrándose el cuello—. Este que jamás toma a una mujer en serio, que se burla de todas —gruñó—, me cambiaste por él, yo que te he entregado mi alma, y mi vida por completo —declaró sintiendo como su corazón se rompía en miles de pedazos.
Jacqueline carcajeó al escucharlo.
—Te amaba, no lo voy a negar, pero me aburriste —declaró—, eso de las flores, chocolates, y demás son cosas del siglo pasado.
Alex bufó, la garganta se le secó al escucharla.
—¿Amor? —cuestionó resoplando—. Tú no sabes lo que significa ese sentimiento —masculló tensando todos los músculos de su rostro. —¡DESAPARECE DE MI VIDA! —gritó. Sin importarle que la chica estaba sin ropa, tan solo cubierta con la sábana, la sacó a la fuerza del apartamento, y luego miró con profundo rencor a Vladímir, quién asustado recogió a prisa sus prendas y salió despavorido.
El joven Vidal aseguró la puerta y se dejó caer al piso. Mientras Jacqueline suplicaba porque le abriera para tomar su ropa, él desahogaba el dolor de la traición, lanzando y rompiendo todo lo que tenía a su alcance. Aquel día juró que dejaría ser un caballero y se convertiría un patán, pues para Alejandro, había quedado claro que las mujeres no amaban a los hombres caballerosos y atentos como él, y que mientras más las hacían sufrir más enamoradas estaban del villano.
A sus veinte y cuatro años su corazón se volvió de piedra, y desde ese entonces decidió acercarse a las damas para satisfacer sus deseos carnales, ya no creía en el amor, ni en nada que se le parezca.
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Queridos lectores esta historia es secuencia de Si me ves llorar por ti, espero lo disfruten, le den mucho cariño, dejando reseñas, recomendando la historia. Gracias.
Les dejo el orden de los libros de la Serie Romance.
Un contrato por amor
Déjame decir que te amo
La esposa infiel
Vuelve a ser mía, este libro apenas subí la introducción, y espero también lo vayan a leer.
Si me ves llorar por ti
Señora Bonita.
Los libros de la Saga Duque son:
Un café para el Duque.
Hoy te vuelvo a enamorar.
Saga Dulce Adicción:
Un novio para mamá, escrito en coautoria con Xinova Escritora.
Vendedora de caricias, escrito también con Xinova Escritora, y lo pueden leer en el perfil de ella.
No pertenece a ninguna serie: El color de la venganza.
Espero los hayan leído o los lean y dejen sus reseñas.
Síganme en redes sociales: Novelas románticas Angellyna Merida.
Ana Camino entre el césped, mirando uno que otro nombre, flores y árboles alrededor. El cielo estaba brillando en lo más alto, la brisa nos abrazaba. Me detengo frente a él. Su nombre en chino, así como su nombre en español, estaba marcado en esa lápida de mármol. Cinco años después de su muerte, aún seguía viniendo en su aniversario luctuoso, veníamos mejor dicho. Al año de la muerte de John, Hudson y yo habíamos decidido casarnos, mis padres finalmente viajaron para conocer a su nieta, para conocer a mi esposo y a su familia. Había cambiado mi apellido a Bennett y Gianella estaba incluida, Hudson y yo nos habíamos compenetrado tan bien, que rara vez teníamos discusiones. Gianella empezó a crec
Ana Gianella corre por la playa, está Estefany haciendo castillos de arena mientras vigila a la niña. Estoy sentada en el banco de madera que está en el porche de la casa, el ruido de las olas me relaja por momentos, pero luego regresa la tensión, miles de cosas por mi cabeza. Cierro los ojos, hace unas horas que pudimos salir libremente de la casa, tenían que hacer revisión de cada rincón del aérea. Hudson había salido de la operación muy bien. La bala por poco perforaba un pulmón, le retiraron la bala y ahora esperaba el alta en unos días. Caleb seguía al mando de todo esto junto con John y Jeremy. Mía cuida de Hudson así como sus padres. Los padres aun no sabían de la verdadera situación, pero de lo que si estaban seguros es de que pasa algo, Caleb dice que son muy observadores y que tarde o temprano se en
Ana Mi corazón late frenéticamente, había hablado con John, acerca de decirle la verdad. John había perdido a su esposa y a su hija de diez años hace tiempo atrás, antes de haberse unido a las fuerzas aéreas de china. John…sabía a la perfección lo que es perder a un ser amado, después de la llamada con Hudson, había quedado en un momento de seriedad. “Tienes vivo al padre de Gianella, sabes lo sucedido en el pasado, el hombre nos está ayudando sin saber que a quien está protegiendo es a su hija. He pensado detenidamente todo esto, desde que he descubierto que Hudson Bennett quien es en verdad, que es el hombre del cual te has enamorado años atrás, ahora, está presente. Cuando tengas la oportunidad que muchos no tienen, habla con la verdad.”
Hudson Miro de nuevo los resultados de ADN de Gianella, estoy congelado en mi lugar. Caleb está frente a mí sentado en el sillón individual y al lado está Mía; hace dos horas había terminado de hablar con John donde le cuento todo lo sucedido. Ahora, aquí estoy confirmando que Gianella…es mi hija. No estoy seguro como, pero sé qué pelaría por ellas. Por qué se han vuelto ahora parte de mi vida. Pero algo me carcome por dentro, ¿Ana sabe que yo soy el padre? ¿O simplemente nunca se ha enterado? ¿O sea ha enterado Santiago y por eso quiere hacerle daño? Cierro mis ojos mientras arrugo el documento en mis manos. —Tranquilo, Hudson. —abro mis ojos y las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Caleb se preocupa y se levanta a toda pris
Ana —Maletín, portafolio y el nuevo móvil—John me informa mientras subimos al elevador del hotel Jumeirah At Etihad Towers. La ansiedad por saber de mi hija, no me deja pensar en nada. —Quiero llamar a Hudson, ¿Me facilitas el número? —pregunto a John, él afirma. Entramos a la suite principal, la habitación más cara. No había encontrado mi asistente una más sencilla, según la ocupación, el hotel está lleno. John deja a mi asistente en la habitación continua, él y tres de seguridad vienen con nosotros. Incluyendo a Phillips. Pido que me dejen sola y les informo que no quiero interrupciones, a menos que fuese muy importante. Miro mi reloj y marca las 7:25 pm, comienzo a contar las horas en mi mente, serían las 11:15 am. Suelto el aire que
Hudson — ¿Te estás escuchando? ¡Suenas como Al Capone! ¡No conocía ese lado de Mía pequeña Bennett! —sonríe orgulloso Caleb rodeándola con su brazo. —Aunque es muy peligroso, hay que tener cuidado. Sé debe y se puede hacer, solo si siempre controlamos hasta el más mínimo detalle… ¿Qué opinas, Hudson? Tengo a Jeff, es un hacker muy pero muy buscado por la CIA y el FBI, puede localizarnos en unos cuantos minutos a ese tal Santiago, hasta el color de su popis nos entrega—sigo impresionado por la mente de mi pequeña hermana. —Desde cuando mi…—el toque de la puerta nos alerta—Pase—digo dejando la tostada con mermelada que no he ni dado una mordida. &md
Último capítulo