La tarde comenzaba a disiparse, dejando un resplandor dorado que bañaba las calles de la ciudad. Nelly caminaba con paso firme por las calles, disfrutando de la libertad y del aire fresco que comenzaba a hacerse más cálido.
Todo parecía tranquilo, y ella disfrutaba caminar sola, con su mente ligeramente distraída entre pensamientos que vagaban entre Adrián y todo lo que había sucedido desde que se casaron. Como poco a poco dejaba de ser esa mujer altanera buscando encajar en la vida de Adrián y las exigencias del matrimonio.
Aunque Adrián y ella no se conocían lo suficiente como para considerarse amigos, había algo en él que la mantenía alerta, esperando que un día fuera capaz de despojarse de su armadura de CEO inflexible y dejar ver al hombre detrás de la fachada. Sin embargo, sabía que ese día estaba muy lejos de llegar, o tal vez no lo estaría, pero había algo en su relación que, aunque tensa y distante, parecía estar creciendo lentamente.
A pesar de la insistencia de Lucía para