La mansión Alarcón estaba iluminada esa noche como si un evento importante estuviera por celebrarse, pero el ambiente en el interior era tenso y sombrío. Aitana caminaba de un lado a otro en su oficina, repasando en su mente todo lo que había sucedido en el hospital. Había confrontado a Nicolás, lo había desarmado con sus palabras, pero sabía que no todo estaba resuelto. Había llegado demasiado lejos para dejar que esto se quedara en el aire.
Su madre, Sofía, entró a la oficina sin tocar. La relación entre ambas mujeres había cambiado profundamente en el último año; Sofía había sido testigo de la transformación de Aitana en una líder poderosa y calculadora, pero también era una madre que todavía quería proteger a su hija.
—Aitana, tenemos que hablar —dijo Sofía con firmeza, cerrando la puerta tras de sí.
Aitana se detuvo, sus ojos oscuros y llenos de preocupación.
—No puedo permitir que esto se prolongue, mamá —respondió Aitana, sabiendo que Sofía ya estaba al tanto de todo lo que hab