Mundo ficciónIniciar sesiónLa tarde caía lenta sobre Ciudad. Un aire cálido envolvía las avenidas lujosas mientras los rayos dorados del sol acariciaban las fachadas de mármol y cristal. En una terraza privada del exclusivo restaurante La Riviera del Lago, Amalia Suárez, vestida con un traje sastre crema de diseñador, se ajustaba los lentes oscuros y miraba con impaciencia el reloj de su pulsera.
—Siempre tarde —murmuró con desdén, aunque el leve temblor en sus dedos delataba nerviosismo.Minutos después, un hombre alto, de barba recortada, traje gris claro y aire seductor se acercó a la mesa. Le besó la mano con demasiada familiaridad y se sentó frente a ella.—Estás preciosa, como siempre, mi dama de hielo —dijo con una sonrisa ladeada que a ella antes le derretía… y ahora solo le irritaba.—Ahórrate los halagos, Esteban. Dime para qué me hiciste venir —replicó ella, quitándose las gafas para mirarlo directo a los ojos.—¿Tan fría conmigo, después de todo lo que






