"aunque me encadenen el cuerpo, mi fuego no se apaga... solo espera el momento justo para arder."
Azura
Dolía, respirar, pensar y sobre todo ser. Un latido me estalló en la cabeza como una campana hueca, el aire era denso, saturado de humedad y magia antigua. Parpadeé apenas, mis pestañas pesadas como si llevaran horas selladas, la luz azulada de las paredes me hacía arder los ojos, estaba acostada sobre una piedra fría., las muñecas me ardían: cadenas, pero no comunes, eran rúnicas, grabadas con símbolos que apagaban mi energía cada vez que intentaba tocarla. Sentía a Rosaly… lejos. Como si estuviera gritando desde una caverna profunda y cerrada con barrotes. Mi pecho se apretó, Grayson, Mari, Theo y Saúl. ¿Dónde estaban? ¿Qué había pasado?
Intenté incorporarme, pero el hierro reaccionó, quemándome las muñecas con una descarga sordo, el sabor a metal en mi boca me recordó lo que habíamos vivido, la celda era pequeña, sin ventanas, solo una puerta de piedra negra sin cerradura visible