AzuraEl pasillo parece infinito, pero mis pasos son decididos, guiados por una fuerza que no entiendo del todo… una mezcla de instinto, vínculo y recuerdos que se agolpan en mi pecho. Mi corazón late con violencia. Cada vez que doy un paso, siento que regreso al pasado. A ese infierno. A esa celda oscura. A los días en que Mari y yo compartíamos las sobras, los golpes y los silencios.—Está aquí dentro —me dice Grayson en voz baja, colocándose a mi lado. Le agradezco con una mirada rápida y luego empujo la puerta.Algo dentro de mí se alborota. No sé si es mi loba, mi alma… o algo más antiguo, más profundo. Pero sé que alguien del pasado ha cruzado la frontera de nuestra manada. Lo siento en los huesos. En la sangre. En cada centímetro de mi piel.Mis pasos son rápidos, mi respiración agitada. Rosaly, mi loba, ruge dentro de mí.—Está viva… Es ella. ¡¡Es ella!! —grita desesperada.—¿Quién? ¿Quién, Rosaly?Empujo la puerta con fuerza, y ahí está. Mari. Pequeña, quebrada… pero viva. Mi
GraysonLa puerta se cerró con un leve clic tras nosotros. La madera crujió al asentarse, y el silencio que se instaló en mi oficina fue espeso como la niebla antes del amanecer. Saul se mantuvo firme frente a mí, con el ceño fruncido y los hombros tensos. El viaje a la manada Luna de Sangre Negra lo había marcado… y no solo por fuera.—Siéntate, Saul —dije, señalando la silla frente a mi escritorio.Él obedeció en silencio. Un segundo después, sus ojos se encontraron con los míos.—Habla. Quiero que me digas exactamente lo que viste.Inspiró hondo. Por un momento, creí que dudaría. Pero su voz emergió como una herida abierta.—Alfa… fue el infierno en forma de manada. Azura tenía razón. Ellos… los omegas... —tragó saliva— los tienen como animales. Enjaulados. Golpeados. Forzados a obedecer. Vi a un niño lobo con huesos rotos. Vi una hembra obligada a arrodillarse durante dias bajo la lluvia porque se negó a servir. No respetan ni la luna. No respetan a nadie.Mi mandíbula se tensó. E
Azura —No me mires así —le dije al espejo—. No es que tenga tantas opciones.—Tienes la opción de ir como toda una Alfa o como una loba enamorada. Yo preferiría lo segundo —respondió Rosaly dentro de mi cabeza, con ese tono entre burla y sabiduría que me sacaba de quicio.—No puedo presentarme como una cría desesperada.—¿Y por qué no? Te has pasado la vida conteniéndote. Esta noche es para brillar. Recuerda lo que le prometiste…Tragué saliva."Brillar para ti. Y solo para ti."La promesa que le hice a Grayson seguía colgando de mi lengua como miel espesa. Su voz seguía resonando en mí, como un eco grave y cálido que se había instalado en mi pecho.Me acerqué al pequeño perchero donde Mari había dejado algunas prendas que le pidió a las otras lobas del clan. No era mucho, pero había un vestido entre ellos que no recordaba haber visto antes.Amarillo claro, casi dorado, con un corte suelto y ligero que caía hasta mis muslos. El escote era en forma de corazón, delicado, pero insinuant
SaúlEl sol apenas había comenzado a alzarse sobre la espesura cuando toqué a la puerta del pequeña habitacion de Mari. Había sido habilitado para que ella tuviera su espacio, y aunque no esperaba que estuviera despierta tan temprano, una voz firme y clara desde dentro me sorprendió.—Pasa, ya estoy lista.Abrí la puerta y lo primero que vi fue luz… y no solo la que entraba por la ventana. Era ella.Mari estaba de pie, con el cabello recogido en una trenza suelta que le caía sobre un hombro. Vestía una blusa beige ligera, remangada hasta los codos, y unos pantalones de lino marrón que no ocultaban las líneas firmes de su figura. Pero no era su ropa lo que me dejó callado. Era su rostro. Brillaba.Sus ojos tenían vida. Su piel parecía más dorada, más cálida. Su energía había cambiado por completo.—¿Qué…? —murmuré, sintiéndome torpe—. Estás diferente.Ella alzó una ceja con una leve sonrisa.—¿Diferente para bien o para mal?—Para muy bien —confesé sin pensar—. Te ves… radiante.Mari
“Los que siembran dolor, cosechan condena.”AzuraNunca imaginé que llegaría este momento. No porque no lo soñara, no porque no lo deseara, sino porque había partes de mí que murieron tantas veces que dejé de creer que algo justo me fuera permitido.Pero aquí estoy.Reina. Poderosa. Viva.Y Kael… Kael está de rodillas.El círculo de piedra tiembla con los susurros de las manadas reunidas. Todos lo observan al Alfa caído, al lobo que fue temido y venerado, reducido a una sombra, a una criatura encadenada, humillada… tal como lo hicieron conmigo.Siento el viento mover mi capa negra mientras me mantengo erguida en el centro del círculo. Mi corona no necesita joyas, mi presencia es la sentencia. Y mi lobo, que antes temblaba bajo la suela de su voz, hoy ruge con hambre de justicia.A mi lado, firme y silencioso, está Grayson. Mi verdadero compañero. Mi igual. Él no necesita dominarme para amarme, ni romperme para sentirse fuerte. Él solo está ahí, como una llama que me arropa sin quemar
“Desde que tengo memoria, todo ha dolido.”AzuraDesde que tengo memoria… he sentido dolor. Un susurro entre gritos. Un número sin nombre. Una carne marcada, olvidada por la diosa… y por la Luna.No sé cuándo empezó. No tengo recuerdos felices. Solo imágenes borrosas, grises, mojadas por mi sangre y el miedo. Algunos dicen que fui encontrada en el bosque, aullando porque era una cachorra recién nacida, envuelta en un manto de sangre y tierra solo tenia escrito en un papel mi nombre y fecha de nacimiento. Otros juran que soy hija de la traición. De una loba que se acostó con el enemigo y luego fue ejecutada por ello. Pero nadie sabe con certeza. Ni yo. Lo único que sé es que desperté una mañana en este lugar. Y desde entonces… respiro solo para sobrevivir. El frío me rasga la piel como si fuera parte de mi rutina. Una ducha no pedida, un balde de agua helada directo a mi cama, antes siquiera de que el sol asome entre los árboles.—¡Arriba, escoria! —brama la voz de Luci.La jefa omega
“Antes de ser reina, fui ceniza.”AzuraEl dolor comenzó como una punzada leve en mi pecho, justo debajo de la clavícula. Un calor extraño se expandió desde ahí, como si algo se deshiciera bajo mi piel, como si una llama suave pero persistente quisiera abrirse camino a través de mis huesos. Al principio intenté ignorarlo. Después de todo, siempre había algo que dolía. El cuerpo, el alma, el orgullo… ¿qué más daba un dolor más? Pero esta vez era diferente. Esta vez… era interno. Primordial. Salvaje. Apoyé una mano en la pared de piedra húmeda del pasillo trasero del templo, luchando por mantener el equilibrio. La vista se me nubló. El corazón comenzó a latir tan rápido que pensé que se me saldría del pecho. No era miedo. No era hambre. Era algo más antiguo que ambas cosas juntas.—¿Puedo… salir un momento? —le pregunté a Luci mientras sostenía un cesto de madera con flores marchitas.Ella me lanzó una mirada de asco. Como si el simple hecho de que mi voz rompiera el aire fuera un delit
"Nuestras palabras dicen, lo que el corazon calla"AzuraEl aroma... nardos y fresas maduras, tan dulce, tan embriagador. Sentí que el suelo temblaba bajo mis pies descalzos mientras avanzaba como hipnotizada, mis sentidos tomados por una fuerza ajena, instintiva, que no comprendía del todo. Rosaly rugía en mi interior, cada paso hacia esa puerta sellaba algo dentro de mí. Algo nuevo. Algo inevitable.—. ¿Qué me hiciste?No supe qué responder. No podía. Las palabras se ahogaban en mi garganta mientras nuestras miradas se entrelazaban, una fuerza invisible nos ataba. Lo sentía. Ese lazo. El que siempre había oído en las historias. El que había negado que fuese real para criaturas como yo. Y sin embargo...Lo vi dar un paso hacia mí. Su cuerpo tenso, contenido. Casi como si luchara consigo mismo.—¿Por qué hueles así? —gruñó—. Maldita sea, Azura... ese aroma... eres tú.—Yo... —murmuré, con la voz temblorosa—. Solo me transformé... por primera vez. Rosaly... mi loba... despertó.Él parp