Las semanas que siguieron al inesperado encuentro con Alejandra estuvieron cargadas de actividad. Clara, aunque inicialmente insegura sobre su participación en la feria literaria, decidió enfrentar el desafío con determinación. El libro avanzaba a buen ritmo, pero ahora debía equilibrar la escritura con los múltiples preparativos para el evento, lo cual requería organización y temple.

La primera tarea fue decidir cómo presentarse ante el público. Alejandra le había sugerido leer un breve fragmento de su libro, seguido de un pequeño discurso introductorio. La idea la intimidaba más de lo que estaba dispuesta a admitir, pero Lucas no tardó en brindarle su apoyo incondicional.

—Puedes practicar conmigo —le ofreció una noche mientras cenaban juntos en el comedor, iluminados solo por la suave luz de la lámpara del rincón.

Clara lo miró con ternura, ladeando la cabeza mientras jugaba con su tenedor.

—¿Y no te aburrirás de escucharme repetir lo mismo una y otra vez?

Lucas negó con una sonris