El despertador sonó temprano, marcando el inicio de un día lleno de tareas pendientes. Clara apagó la alarma con un gemido, resistiéndose a abandonar el calor de las sábanas. Afuera, la luz del amanecer apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas. Lucas, ya despierto, la observaba desde la puerta del baño, con una toalla colgando de su cuello y una sonrisa divertida en el rostro.
—Buenos días, señora Moretti —dijo con un guiño.
Clara, con los ojos entrecerrados, le lanzó una almohada sin levantar la cabeza de la almohada.
—Por favor, dame cinco minutos más. Solo cinco.
—Cinco minutos se convierten en quince contigo —replicó él, riendo, mientras esquivaba el golpe improvisado.
Lucas se acercó y le dio un beso en la frente.
—Hoy es un día importante, ¿recuerdas? Tienes tu primera reunión con el editor para el nuevo libro. No querrás llegar tarde.
Clara suspiró, estirándose como un gato perezoso. La mezcla de emoción y nervios le daba vueltas en el estómago. Sabía que tenía que levanta