Punto de vista de EscarlataDesde lo alto, observé a Luciano mientras contemplaba mi cuerpo sin vida. Su mundo se desmoronaba frente a él. Del poderoso Alfa que conocí no quedaba rastro, solo un hombre roto cuyas manos temblorosas intentaban alcanzarme.
—No —susurró, mientras recogía mi cuerpo frío entre sus brazos—. No, no, no...
Sus dedos recorrieron las venas negras que marcaban mi piel, evidencia innegable de la maldición que finalmente había reclamado mi vida. Sus caricias se volvían cada vez más desesperadas conforme asimilaba la cruda realidad.
—Despierta —suplicó, con la voz entrecortada—. Por favor despierta, Lota. Estoy aquí ahora. Te encontré.
Pude sentir a través de nuestro vínculo cómo su cordura comenzaba a quebrarse. Se negaba a aceptar la verdad frente a sus ojos.
—No puedes estar muerta —imploró, mientras mecía suavemente mi cuerpo—. Tenemos tanto por hacer, tantas cosas que necesito decirte.
Bobby gimió a nuestro lado con la cola caída mientras presenciaba el colapso e