La sala de reuniones de emergencia de White Corp estaba abarrotada aquella noche. Todos los miembros del consejo estaban presentes, incluso algunos que rara vez asistían salvo para agendas de suma importancia.
Damian entró con paso rápido, el rostro rígido, la mandíbula apretada conteniendo la ira que se había acumulado desde la tarde. Sabía que no era una reunión cualquiera. Por los rumores que habían llegado a sus oídos, algo mucho más grande lo esperaba allí. En cuanto se sentó, la gran puerta al fondo de la sala volvió a abrirse. Todas las cabezas se giraron.
Un hombre de cabello plateado y mirada afilada entró: Morgan White.
—¿Padre?
Morgan no respondió. Caminó directo hacia la silla de honor al final de la mesa y se sentó con una autoridad que hizo que todos contuvieran la respiración. Solo entonces su voz resonó, grave y cargada de presión.
—Damian, explícanos una vez más. ¿Por qué White Corp está al borde de la ruina?
Algunos consejeros agacharon la cabeza, otros en cambio par