El coche negro conducido por Aurora cruzó la gran entrada del Knight Pack. Las farolas del jardín iluminaban el ancho camino de acceso, flanqueado por árboles perfectamente alineados. Al final de la avenida se alzaba un imponente edificio: la sede y, a la vez, la residencia de Sebastian Knight.
Leon permanecía callado en el asiento trasero, mirando por la ventana con curiosidad.
—Mamá, ¿de quién es esta casa? —preguntó en voz baja.
Aurora giró la cabeza y sonrió levemente.
—De un amigo de mamá. Él nos va a ayudar.
En cuanto el coche se detuvo frente a la entrada principal, dos guardias lobo de gran altura, vestidos con trajes negros, abrieron la puerta para ellos. Leon dudó en salir, pero Aurora tomó su mano, ejerciendo una presión suave que le dio el valor para avanzar.
La puerta de la mansión se abrió. Sebastian Knight estaba en el umbral, con una camisa negra de mangas remangadas.
—Por fin has venido —dijo Sebastian.
—No tenía muchas opciones.
Antes de que Aurora pudiera continuar,