*—Callum:
Su boda se celebró seis meses después de la pedida de mano. Fue una ceremonia sencilla pero encantadora, con sus familias, amigos y allegados más cercanos. En realidad, la mayor parte de la organización recayó en Loren, la madre de Dominick, porque Dominick y Callum apenas tenían tiempo de pensar en arreglos con la vida de padres primerizos.
Hubo tanto que aprender: desde diferenciar el llanto de hambre del de sueño, hasta lidiar con las madrugadas interminables en las que los gemelos decidían turnarse para llorar. Aprendieron a calmar cólicos, a descubrir la manera exacta de que se durmieran en sus brazos y a reconocer cuándo una fiebre era peligrosa o solo pasajera. Fue agotador, pero también lleno de pequeños momentos maravillosos: la primera sonrisa, las manitas aferradas a sus dedos, las miradas cómplices a las tres de la mañana, cuando ambos estaban sin fuerzas, pero con el corazón lleno.
Lucas y Elías se habían convertido en bebés fuertes y vivaces en pocos meses. Lor