*—Callum:
A la mañana siguiente, Callum no se sentía mejor.
Se sentía peor.
Mucho peor.
El cuerpo le ardía por dentro, como si algo estuviera reacomodándose bajo su piel, retorciéndose en silencio. Le dolía la cabeza, le palpitaban las sienes, y sus entrañas… sus entrañas no se sentían como suyas. Había una incomodidad latente, un calor que subía desde lo más profundo y lo desestabilizaba.
No obstante, no podía quedarse ahí. Tenía que levantarse. Tenía que seguir, aunque lo único que quedara de su vida fuera un montón de escombros.
Se arrastró al baño y se metió bajo la ducha. El agua caliente golpeó su espalda con fuerza, limpiando su cuerpo. Cuando bajó la mano entre sus piernas, notó que su agujero estaba más relajado que el día anterior. Dolía, sí, pero al menos no sangraba. Se aplicó la pomada con movimientos lentos, temblorosos. Después, hizo lo mismo con la mordida. Aún estaba hinchada. Aún ardía, pero al menos ya no sangraba.
Se colocó ropa interior limpia, prescindiend