*—Callum:
Jessie llamó a la puerta y esperó unos segundos. No hubo un “adelante” ni ningún permiso explícito. Callum no escuchó nada, pero era como si Jessie contara mentalmente hasta diez, porque al cabo de ese tiempo, abrió la puerta sin más. Callum hizo otra nota mental.
En cuanto lo hizo, un oleaje invisible, potente y devastador, salió por el espacio abierto.
Callum jadeó en silencio.
Las feromonas del alfa llenaron el pasillo como una tormenta eléctrica. Ese aroma intenso, almizclado y especiado, con un fondo salvaje que reconocería en cualquier parte, lo golpeó de frente, sacudiendo cada una de sus células. Lo envolvió, lo abrazó, se le pegó a la piel como una segunda capa… como si lo reclamara.
Su cuerpo reaccionó antes de que su mente pudiera hacer algo.
Los pezones se le endurecieron bajo la camisa de su traje, su sexo se hinchó con rapidez y un cosquilleo caliente bajó por su columna como si lo lamieran llamas invisibles. Un temblor involuntario lo recorrió entero.
Mierda.