*—Dominick:
Sus ojos se abrieron de golpe, la respiración aún agitada, como si despertara de un sueño febril. Lo primero que vio fue el techo alto de líneas elegantes y una lámpara que colgaba sobre él, derramando una luz cálida y dorada que parecía envolver todo en una atmósfera íntima y quieta.
¿Dónde estaba? ¿Qué hora era? ¿Qué había pasado?
Dominick gimió al sentir el cuerpo entumecido, pesado, cada músculo vibrando con una mezcla de agotamiento y placer residual. No podía moverse. Una presión cálida lo mantenía anclado a la cama, al mundo. Cerró los ojos de nuevo, luchando por juntar los retazos dispersos de sus recuerdos. Todo estaba confuso… hasta que el aroma lo golpeó con fuerza.
Feromonas dulces. Conocidas. Su omega.
La memoria volvió a él con la misma intensidad con la que su Rut lo había consumido. Se recordó en su oficina, atrapado en la prisión de su propio cuerpo cuando el instinto se desató sin control. Recordó a Callum, entrando como un espejismo, ofreciendo su cuerpo