*—Callum:
Aún no podía creer lo que había pasado.
Callum se mordió los labios hinchados, como si el leve dolor pudiera anclarlo a la realidad. Sus manos sumergidas en el agua sostenían con torpeza el líquido tibio, teñido de un rosa perlado que flotaba sobre la superficie como si reflejara el torbellino que se arremolinaba en su interior. La bomba de baño que Dominick había dejado disuelta parecía burlarse de él con su aroma dulce y relajante, tan contradictorio con el caos emocional que lo desbordaba.
Dejó caer las manos, derrotado, y se acomodó con lentitud en la bañera, pero siseó al instante cuando la parte posterior de su cuello rozó la fría porcelana. Se apartó de golpe, sobresaltado, y se llevó los dedos temblorosos hacia la nuca. Al tocar la mordida fresca, jadeó. Dolía. No solo físicamente.
Estaba marcado.
Vinculado.
Una segunda vez. De forma definitiva.
Y ahora… ¿qué?
La angustia le oprimía el pecho con una fuerza que no sabía cómo manejar. Su respiración era inestabl