Subtítulo:
“La desconfianza es la semilla que más rápido destruye una manada.”
El claro aún olía a sangre fresca cuando cargaron el cuerpo inconsciente de Marcus de regreso al campamento. El silencio era denso, casi insoportable. Nadie se atrevía a hablar, porque todos sabían que cualquier palabra podía encender un fuego imposible de apagar.
Kael caminaba al frente, con el cuerpo tenso y los ojos brillando de furia. Ariadna lo observaba en silencio. Conocía esa expresión: no era la de un líder sereno, sino la de un alfa a punto de desatar una tormenta.
—Alguien aquí miente —gruñó finalmente Kael, cuando dejaron a Marcus bajo el cuidado de los curanderos—. Y no descansaré hasta arrancar la verdad con mis propias manos.
Un murmullo inquieto recorrió a la manada. Sofía bajó la mirada, sintiendo las acusaciones invisibles que ya se cernían sobre ella. Einar, por su parte, frunció el ceño y se adelantó un paso, como si quisiera aclarar algo, pero se contuvo. El aire estaba cargado de sosp