Los celos del Alfa Petya.
Adisson no quiso escuchar a Petya, terminó yendo a su antigua casa, no era muy grande pero era acogedora, la recorrió un poco y los recuerdos de su niñez vinieron hasta ella.
La loba estaba triste, no le gustaba como se estaban dando las cosas con su compañero, parecía que no coincidían en nada, a él le gustaba que las lobas le coquetearan, y eso ella no lo iba a tolerar.
Adisson se acostó en su antigua cama y se quedó dormida, el embarazo la tenía muy somnolienta.
(...)
En el castillo que ahora era llamado el castillo Salvatore, el rey entraba al despacho como un huracán. Su beta Giorgio pudo notar su mal humor.
— ¿Y ahora a ti que te pasa? Dijiste que ibas a buscar a tu luna, pero parece que te está llevando el diablo.
Los ojos verdes del joven Alfa, estaban llenos de celos y rabia, su mandíbula estaba tensa, nada se veía bien.
— Fuí, y si la encontré, ¿Pero adivina cómo? ¡Ella estaba abrazada a un lobo conocido de la manada, se justificaron diciendo que ella es