Afuera, Alejandra paseaba por el jardín, no había querido hablar más con su cuñado, pero él no la perdía de vista. Él en lo personal, temía que ella escapara de nuevo, ya que estaba muy renuente a hablar con Leonardo.

La luna sentía una atracción especial por las flores. Era como si la viviera a través de alguien que las amaba muchísimo ¿Pero de quién?

— ¡Te encontré al fin, no creas que lo que sucedió con Leo se va a quedar así! ¡El siempre había sido muy amable y cariñoso conmigo, pero desde que te fuiste cambió demasiado, ahora sé que tú solamente buscabas un pretexto para irte de zorra con otro Alfa!

— No me estaba escondiendo, y lo de zorra lo dirás por ti. Eres una cualquiera que no ha hecho si no arrastrartele a mi esposo, que terrible debe haber sido que apenas llegué yo a su vida él dejó de interesarse por ti. — Alejandra mantenía la calma, pero una calma que se anticipaba a la tormenta.

— ¡Mientes, él siempre estuvo pendiente de mí, Eres tú la que se arrastraba a