Le perdonaré la vida solo una vez.
Con mucha dificultad el desayuno terminó sin que nadie perdiera la vida. Eso gracias al Alfa Malakay, que se encargó de que se mantuviera el equilibrio y respetaran su territorio.
— Es hora, vayamos todos al salón que tengo preparado. — Pidió el Alfa anfitrión.
Todos los Alfas se pusieron de pie para ir al lugar mencionado. Eran más de cien imponentes lobos que venían de diferentes reinos.
Más no todos estaban calificados para participar para ser el rey de reyes del mundo de los licántropos, para eso tenían que reunir demasiados requisitos, y no todos los Alfas los tenían.
— Alejandra, no sé cuánto nos vamos a demorar, y Ivanko debe venir conmigo, por favor procura no ponerte en peligro, puedes pasear por el jardín delantero, a la vista de los centinelas del Alfa Malakay. — El lobo rey hacia sus recomendaciones, le preocupaba que su prometida volviera a pasar por un mal momento.
— Si, yo...
La imponente voz del Alfa Salvatore se escuchó. Interrumpiendo la conversación.