—¿Acaso no me estás escuchando, Orión? ¡Quiero salir ahora mismo, maldita basura! —Orión sonrió ante las palabras de Triana, mientras Jared, a su lado, lo miraba como si fuera un demente.
—¿Qué dices? ¿Qué quieres pudrirte aquí? —Orión habló con burla. Triana, consumida por la furia, se aferró a los barrotes de la celda y empezó a gritar sin control.
Orión la observó divertido, mientras Jared no podía entender qué había de gracioso en esa mujer desquiciada, a quien Orión se había encargado de llevar al límite.
—¿Seguirás con esto? Sin duda eres muy maduro —el sarcasmo de Jared era notable. Orión solo se encogió de hombros y habló en un tono jocoso, ignorando por completo la presencia de Triana.
—Esa mujer es un monstruo. Ella se encargó de hacerle la vida miserable a mi hermana junto a Briana Winter, otra que me las pagará cuando sea el momento. Escuché que había llegado a la ciudad hace poco, pero ha estado en silencio y eso me molesta un poco. Solo me pregunto cuándo se dejará senti