Habían pasado varias semanas desde aquel día. Parecía la calma antes de la tormenta. Briana Winter parecía tranquila, según había asegurado Alaric una y otra vez. Él le había dicho que la mujer no haría nada contra ella y su hija.
Algo que Rachel no creía en lo más mínimo, pues de esa mujer no podía esperar nada bueno.
Era por eso que mantenía a su hija bajo constante sobreprotección. Incluso había considerado no enviarla a la escuela, pero la pequeña había hecho un gran escándalo, pues extrañaba a sus amigos. A lo que Rachel no pudo negarse a pesar de su gran temor.
Además, Alaric Winter había indicado que no solo habría personal de los Blaine para cuidar de ella, sino que también los Winter lo harían.
—¿Qué quieres que hagamos qué? —la voz de Jared se escuchó cargada de sorpresa, mientras Sierra, quien estaba a su lado, lo miraba con molestia.
—¿Puedes dejar de gritar? ¿Qué no te das cuenta de que estamos en un lugar público? —Jared le lanzó una mirada fulminante a Sierra, que ella