Habían pasado varios días desde el incidente en el salón de la rosa blanca.
El bullicio de la universidad se había convertido en un bálsamo reconfortante para Destiny.
Con el certificado de divorcio en mano, sentía que había escapado de una farsa y la tranquilidad de su vida diaria era la prueba de que su plan había funcionado.
Sin embargo, no había sabido nada de Alaric Winter.
Un silencio que al principio le pareció una bendición, pero que, con el paso de los días, comenzó a volverse inquietante.
Sentada en una de las bancas del campus, Destiny hojeaba un libro de texto cuando Sierra se acercó, su rostro cargado de una expresión pensativa.
—Tiny, ahora sé por qué Briana Winter no nos ha dado problemas —susurró Sierra, con una voz baja y cautelosa.
Los ojos de Destiny se iluminaron con una chispa de interés.
—¿Qué pasó? —preguntó, cerrando su libro de golpe.
—Parece que Alaric le redujo su mensualidad a menos de la mitad y le canceló todas sus tarjetas. La dejó con lo justo para sobr