Rachel estaba tan pálida como un papel.
Sierra la había arrastrado casi hasta la salida en busca de un lugar un poco más limpio y con el aire y la luz suficientes para ver el estado de su amiga.
Aunque temía ser vista por el enemigo, no le importó.
Ella pelearía si fuera necesario para ayudar a Rachel, quien había perdido la conciencia y no hacía más que desangrarse.
Sierra lloraba con grandes lágrimas y hablaba en medio de jadeos de cansancio y dolor, al observar cómo dejaba rastros de sangre por donde llevaba a su amiga.
—¡Por favor, por favor…!, te lo ruego, aguanta un poco más, por favor, por favor… —Había intentado sellar la herida de Rachel con una parte de su vestido, pero aquello parecía no ser suficiente.
La frustración, la desesperación y el dolor de Sierra por perder a su amiga ante sus ojos era tan grande que la hacía llorar como una pequeña niña, porque se sentía terriblemente impotente ante aquella situación.
Tal vez debió haber cambiado su especialización de administrac