—¿Qué has dicho? ¡Esto es inconcebible! —las palabras fuertes y demandantes resonaron en la costosa y elegante habitación de hotel.
Triana Ayesa, quien observaba todo en silencio, notó cómo Stephan Rider caminaba de un lado a otro, al parecer desesperado por alguna razón, mientras revolvía su cabello y hablaba por teléfono de manera alterada.
Parecía ser que las cosas no estaban saliendo nada bien para él y aquello la tenía un tanto nerviosa.
“Hija, ¿dónde estás? Los North nos han dejado en la calle, necesitamos tu ayuda, por favor, ven, ayúdanos”, la desesperación en el mensaje de su padre hizo que su enojo aumentara. La frustración que la poseía hacía que fuera casi imposible concentrarse.
Más al ver cómo Stephan Rider, su mayor aliado, el hombre que le daría el poder que esperaba y necesitaba, parecía estar en picada también.
Si las cosas no salían bien para él, ¿entonces qué pasaría con ella y sus planes?
—No quiero excusas, quiero que lo soluciones lo más pronto posible, ¿quedó c