El silencio había invadido la habitación de Rachel.

Ella observaba fijamente a Jared, aquel que se había negado a marcharse, luego del suceso tan terrible que habían pasado.

El hecho de ver a Rachel inconsciente había sido un gran caos para él; la culpa y el remordimiento de haberla prometido, cuando le había indicado el día que habían decidido ser prometidos (aunque falsos) que se cuidarían entre sí, era como si hubiese faltado a aquella promesa.

Lo cierto es que aquel remordimiento lo invadía constantemente, cada día se enteraba por sucesos externos lo que pasaba su amiga y él, su prometido, no estaba allí para cuidar de ella.

—¿Por qué tienes esa cara tan larga? —Rachel preguntó aquello, mientras intentaba tomar una pequeña porción de gelatina que llevaba junto a su comida, algo que divirtió un poco a Jared.

Aquel que se levantó de su asiento, le quitó la cuchara de sus manos y la tomó con delicadeza, para dársela en la boca, algo que logró sacarle una sonrisa a Rachel, y abrió la