Frente a Miguel, sobre el escritorio, había un informe grueso con la vida de Sebastián narrada en detalle: desde su lugar de nacimiento, sus primeros años en la escuela, hasta datos tan minuciosos como la novia que había tenido en la secundaria. La voz del asistente sonaba insegura, tropezando a ratos con las palabras mientras leía en voz alta, consciente de que su jefe lo observaba con un gesto cada vez más sombrío.
Miguel apoyó los codos en el escritorio y se frotó con fuerza el entrecejo, como si quisiera borrar la irritación que le recorría la cabeza. Su paciencia estaba llegando al límite.
—Ve al grano —interrumpió con brusquedad, su tono era seco, cortante—. No necesito toda la historia de su vida. Dime quién es la mujer que apareció en las noticias con él.
El asistente tragó saliva, bajó la vista a las hojas y dudó antes de responder, sabiendo que esto podría desatar otro infierno en la empresa.
—Señor… no hay información sobre ella. Revisamos todos los registros posibles. Desp