Christian la detuvo justo a tiempo. Sujetó el bate con fuerza antes de que Mariana pudiera descargarlo sobre Gracia y la empujó con violencia contra la pared.
—¿Qué piensas hacer, Mariana? —le gritó, furioso.
Gracia abrió los ojos, demasiado asustada y retrocedió a toda prisa, refugiándose en el rincón más lejano de la habitación.
Mariana se enderezó, rabiosa, y se lanzó hacia Christian.
—¡La voy a matar, maldita sea! ¿Es que no lo entiendes? ¡Esa mujer me arruinó la vida! ¡La mía y la de nuestro hijo! ¡La quiero muerta!
Christian rodó los ojos, harto, y levantó el bate amenazante.
—No te atrevas a tocarla —advirtió con los dientes apretados—. Esa mujer es nuestro boleto de salida de esta vida asquerosa. A diferencia de ti, que no supiste sacarle nada a tu aventura con Fernando.
La furia en el rostro de Mariana se volvió descontrolada. Jadeaba, temblaba, y sin medir consecuencias, corrió hacia Gracia, lanzándose sobre ella con las manos extendidas.
—¡Entonces la mataré con mis propias