CAPÍTULO 49
Andrey salió del auto con rapidez, con sangre en la frente, pero él sabía que esto no era nada. Su cuerpo humano podía tener contusiones, pero en cuestión de minutos, ya no tendría heridas. Tropezó hacia el lado del pasajero y abrió la puerta.
Luna estaba semiinconsciente, pero viva.
—¡Luna! ¡Luna, respóndeme!
Ella apenas abrió los ojos. Había humo, cristales y un zumbido agudo que no la dejaba escuchar bien. El cinturón de seguridad la había salvado, pero su labio sangraba, y el costado del rostro estaba raspado.
Tosió con fuerza y giró apenas la cabeza y allí lo vio, Alex estaba de pie mientras Andrey hervía, su cuerpo temblaba, porque quería matarlo.
—¿Por qué…? ¿Por qué hiciste eso? ¡Casi la matas!
Pero entonces, el aire se quebró.
Una decena de figuras oscuras, idénticas en aura a Alex, caminaban con pasos medidos desde los árboles. Sus ojos eran pozos negros, silenciosos e inhumanos. Todos irradiaban esa misma energía: la misma que ella había visto arder en los ojos