El apartamento estaba en completo silencio cuando Luna entró. Se quitó los zapatos, dejó la cartera en el perchero y cerró la puerta con un suspiro contenido.
Se sintió de pronto extrañamente vacía y no sabía cómo explicar esa sensación. La cena con Andrey había sido más que perfecta… pero también era como si la hubiera dejado suspendida en un estado emocional que no podía resolver sola.
Entonces miró el reloj. Apenas era viernes por la noche a las 9:30, y quedaba todo un fin de semana entre ella… y el lunes.
Y de alguna manera, el lunes ahora significaba “volver a verlo”.
La idea de esperarlo tanto la desarmó un poco y al mismo la sorprendió por lo rápido que estaba sintiendo comodidad con él. Se sentó en el sofá, miró el techo y luego cerró los ojos.
Por más que quisiera negarlo, algo de él se le había quedado grabado y era inquietante, incluso irracional, y en este punto, estaba perdiendo la lógica.
Abril y Alex llegaban siempre después de las diez, pero cuando los escuchó llegar,