La conversación en la sala seguía fluyendo entre bromas y comentarios sobre la boda, cuando se escucharon pasos suaves bajando por las escaleras. Isabelle apareció en el umbral, con el cabello suelto y una expresión tranquila. Al ver a James, sus ojos se iluminaron con una mezcla de ternura y seguridad.
Sin decir palabra, caminó hacia él y se acomodó en sus piernas, rodeándolo con los brazos. James la recibió sin resistencia, apoyando una mano en su cintura y la otra sobre su muslo, como si ese lugar le perteneciera desde siempre.
Camille sonrió al verla.
—Justo hablábamos de ti. Bueno, de ustedes.
Isabelle se acomodó en el regazo de James, sin soltarse.
—¿Y qué decían?
Lucie respondió con una sonrisa cómplice.
—Que ya es oficial. La boda sigue en pie. Y que Oliver está devastado por perder a su compañero de tragos.
Oliver levantó las manos, fingiendo drama.
—Devastado, sí. Pero resignado. Aunque si me invitan a la boda, prometo no interrumpir el beso.
James soltó