El velorio de Jonathan transcurrió como debía ser: con respeto, con silencio, con una tristeza que no se anunciaba, pero que se sentía en cada rincón del salón. Al día siguiente, lo enterraron en el cementerio familiar, bajo un cielo gris que parecía acompañar el duelo sin dramatismos.
Gregory y Evelyn, los padres de James y Noah, estuvieron presentes. Se mantuvieron cerca de Vivianne, intercambiando palabras breves, miradas que decían más que cualquier discurso. Los hijos de Isabelle no asistieron. Ella lo había decidido así. No era momento para que Leah y Alex enfrentaran preguntas que aún no sabían cómo formular.
Noah no estuvo. Mucho menos James. Isabelle lo entendía. Después de todo lo que Jonathan les había hecho vivir, no podía exigirles presencia. Ni perdón.
Al final de la ceremonia, Gregory se acercó a Isabelle con una expresión serena.
—Tu padre fue un hombre difícil —dijo—. Pero tú… tú has sido todo lo contrario. Has hecho de la herencia algo más humano.
Isabelle