En la sala principal, Vivianne se ajustaba los guantes de cuero mientras Isabelle, Camille y Lucie la observaban desde el pasillo, con los corazones latiendo más rápido de lo que querían admitir.
Vivianne se volvió hacia ellas antes de salir.
—Escuchen bien —dijo en voz baja, pero firme—. Los escoltas creen que hoy me acompañarán a una reunión en el centro. No sospechan nada. Pero ustedes deben estar de regreso antes de que yo vuelva. Si no, todo se vendrá abajo.
Isabelle asintió.
—Estaremos aquí antes del anochecer. Lo prometemos.
Camille cruzó los brazos, decidida.
—No vamos a fallar.
Lucie sonrió apenas.
—Solo necesitamos unas horas. Nada más.
Vivianne se acercó a Isabelle, le tomó las manos con delicadeza.
—Confío en ti. Pero recuerda: esto no es solo por ti. Es por todas. Si Jonathan se entera, no habrá segunda oportunidad.
Isabelle apretó los labios, asintiendo con solemnidad.
Vivianne salió primero. En el vestíbulo, los dos hombres asignados por Jonathan