El salón oeste de Janix M Group seguía tan imponente como siempre, pero la atmósfera había cambiado. Noah entró con el ceño apenas fruncido, la mirada más aguda que en la última reunión. James lo recibió con la misma elegancia medida, pero había un leve matiz en su expresión: sabía que venía una tormenta.
—Gracias por recibirme nuevamente —dijo Noah, con un tono que bordeaba lo cortante.
—Siempre dispuesto a escuchar —respondió James, ofreciendo una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.
Se sentaron. El vino llegó, pero esta vez Noah no lo tocó.
—Voy a hablar claro —dijo Noah—. Janix nos dejó fuera. Después de meses de preparación. Y no solo cerró con Aurellian, sino que lo hizo sin aviso, como si fuéramos... prescindibles.
James permaneció impasible.
—No lo tomes como algo personal. Las decisiones estratégicas rara vez lo son.
—¿No personal? —repitió Noah, inclinándose hacia adelante—. Esto no fue una estrategia. Fue una jugada. Fría, elegante y calculada. Lo respeto, per