La mañana en la mansión Moore se deslizaba sin prisa, con el sol acariciando los ventanales y los sonidos suaves del servicio circulando en los pasillos. Isabelle bajó las escaleras con una blusa crema y un pantalón marfil que la hacían ver delicada, pero decidida. Noah estaba en la sala revisando algunos documentos financieros con expresión enfocada.
—¿Tienes un minuto? —preguntó ella, deteniéndose frente a él.
Noah levantó la mirada.
—Claro. ¿Todo bien?
Isabelle se acercó un poco.
—Quiero que me acompañes a ver a mis padres adoptivos. Hace semanas que no los visito, y siguen en Springhill. Me preguntaron por ti la última vez.
Él asintió, pero su expresión se tensó.
—No puedo. Tengo cosas urgentes en la oficina. Reuniones internas, ajustes tras la pérdida de Aurellian.
Isabelle intentó no mostrar decepción.
—Ya veo... cosas más importantes.
Antes de que él pudiera responder, Celeste entró por la puerta principal con un vestido azul profundo, el cabello recogido en